lunes, 13 de mayo de 2013

DE UMBRALES, HABITACIONES Y PESTAÑAS

Me digo:
Esta es la casa
de una extraña.

Braman,
rugen,
aúllan,
rebuznan
infinitas bestias.

Adormecido caos
de líneas y de manchas
donde asientan su voz
objetos de color y celulosa. 

Me asomo a las entradas
que no cruzaré nunca,
atisbo calendarios
que nunca abrazaré.
Adorar lejanías,
azuzar
el pretérito imperfecto
del verbo vivir.

Entonces desordeno
el orden que murió
sobre los muebles,
abismos negros
que opacan los rincones.

Hay desiertos de corcho,
sin reloj ni memoria,
porque no hay flores
que recuerden al olvido,
ni siquiera las secas,
mientras reposan
los pájaros mudos
sobre los cuadernos. 

Porque fui antes de todo,
no dejé ni rastro.
No supe amar
a las nuevas criaturas,
pasos fronterizos de crecer.
Las perdí para siempre.  

Ahora
pétalos impostados
simulan estanques
de parques que no existen
sobre mesas
sin pata a la que atarse. 

Solo busco
un lenguaje entre las cosas,
parir este por qué,
tejer con el losiento
que no dije
una manta que agote
esta tristeza
de no saber
de dónde tanto odio. 

Esta es
la casa de una extraña,
yo solo
una habitante de la herida.