sábado, 5 de mayo de 2012

LA NOCHE QUE ESTALLÓ URANO

   
"Es el momento desesperado en el que se descubre que ese imperio que nos había parecido la suma de las maravillas es una destrucción sin fin ni forma, que su corrupción está demasiado gangrenada para que nuestro cetro pueda ponerle remedio, que el triunfo sobre los soberanos enemigos nos ha hecho herederos de su larga ruina".

Las Ciudades Invisibles de Italo Calvino



Porque no me quedan labios,
ni lengua,
ni saliva.  
Me niego a repetirme,
a repetirte,
a repetirnos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tus labios son de rojo infinito y tu lengua la palabra hecha carne.