viernes, 8 de mayo de 2009

AUTO-ESCUELA

Me aferro a este volante imaginario

como si hubiera rumbo

más allá de este verso,

y voy a trabajar y cumplo

mis horarios y me enredo,

y me enredo

y al final desenredo

vocales de mis manos.


Rotondas doloridas
aplazan mis angustias

hasta el giro siguiente,

adoro derrapar en curvas peligrosas

un instante después

de leerme en los carteles.


Mariposa detrás del parabrisa,

siempre frenando antes de tiempo

con un faro en la boca,

pequeño corazón salpicadero

y un par de bragas limpias

viviendo en la guantera.


En calles sin salida

maniobro torpemente,

aparco en callejones mis olvidos,

ajena a los pitidos y a la gente,

subrayo de brum brunes el latido

mientras sueño semáforos en verde.

7 comentarios:

Luzo dijo...

No nos hemos encontrado ninguna señal triangular. Un gusto ser copilotos tuyos en este trayecto.
:)

Luzo & Luza

fonsilleda dijo...

Preciosa y precisa declaración de principios. Esa autoescuela es fértil, fluida y sus imágnes son bonitas gotas de curva o de volante o quizá de un deportivo brillante y lujoso.
Bicos.

Angela dijo...

¿quién no ha soñado con semáforos en verde, verdad?

Felipe dijo...

Todavía no me he sacado el carnet, dónde dices que está tu autoescuela? Me gusta tocar las vacas desde el asiento del copiloto.

NiÑa dijo...

Valiente y certera utilización de la analogía!
Me ha encantado!

abrazossss

Antonio García Villarán dijo...

Me encanta! Este poema te lleva dando tumbos por tus propias calles hasta dejarte ese atisbo de esperanza verde.
Felicidades.

Lasinverso dijo...

Casualemente todos vosotros formaís parte de esa autoescuela a la que acudo de diario...un abrazo virtual y cósmico pá tos