Me aferro a este volante imaginario
como si hubiera rumbo
más allá de este verso,
y voy a trabajar y cumplo
mis horarios y me enredo,
y me enredo
y al final desenredo
vocales de mis manos.
Rotondas doloridasaplazan mis angustias
hasta el giro siguiente,
adoro derrapar en curvas peligrosas
un instante después
de leerme en los carteles.
Mariposa detrás del parabrisa,
siempre frenando antes de tiempo
con un faro en la boca,
pequeño corazón salpicadero
y un par de bragas limpias
viviendo en la guantera.
En calles sin salida
maniobro torpemente,
aparco en callejones mis olvidos,
ajena a los pitidos y a la gente,
subrayo de brum brunes el latido
mientras sueño semáforos en verde.
7 comentarios:
No nos hemos encontrado ninguna señal triangular. Un gusto ser copilotos tuyos en este trayecto.
:)
Luzo & Luza
Preciosa y precisa declaración de principios. Esa autoescuela es fértil, fluida y sus imágnes son bonitas gotas de curva o de volante o quizá de un deportivo brillante y lujoso.
Bicos.
¿quién no ha soñado con semáforos en verde, verdad?
Todavía no me he sacado el carnet, dónde dices que está tu autoescuela? Me gusta tocar las vacas desde el asiento del copiloto.
Valiente y certera utilización de la analogía!
Me ha encantado!
abrazossss
Me encanta! Este poema te lleva dando tumbos por tus propias calles hasta dejarte ese atisbo de esperanza verde.
Felicidades.
Casualemente todos vosotros formaís parte de esa autoescuela a la que acudo de diario...un abrazo virtual y cósmico pá tos
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