Mi niño
tiene el corazón
como una luna naranja,
que ve desde su balcón
pero a la que nunca alcanza.
Sus ojos
locos la buscan,
la inventan en madrugadas,
espejismos traicioneros
aprisionando la nada.
Mi niño
tiene el corazón
como una luna naranja,
que se desangra en el cielo
cuando permiten que salga.
Conmueve
verla en la noche
encenderse solitaria,
con su dolor en derroche,
resucitando en el agua.
Mi niño
tiene el corazón
como una luna naranja,
late calentando el cielo
frente a fantasmas de escarcha.
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