jueves, 12 de junio de 2008

DE CUANDO SE VIO

Se miró las manos vacías.
Las palmas anchas,
los dedos largos.
Tendría madera de pianista
pero le sobran dedos,
le falta oído.
Miró las manos solitarias,
desiertas,
las uñas mal cortadas,
salpicadas de esa tinta
que no se quita nunca.
Se vio las manos pampa,
deshabitadas,
desgastadas,
algo descoloridas,
con más lavados de la cuenta.
Al levantar los ojos,
todo estaba cubierto
de letras amontonadas,
malpuestas,
repartidas desigualmente
por aquella habitación tan blanca.
Sobre la mesa haches,

tes, uves,
equis, elles,
bajo la cama
uus, erres, enes,
entre los libros eñes, pes, iiiss,
oos, cees,
emes en la ventana.
Y se miró
Y se miró
Y se miró las manos
a ver
qué se encontraba.

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