La combinación de la falda y la pluma ha sido a lo largo de la historia una lucha de las mujeres para poder escribir, para pasar de ser objetos de belleza a creadoras de belleza. Para ello, las mujeres no sólo tuvieron que pelear en un mundo de hombres que las miraba desde arriba, sino también contra su propia censura, contra su propio convencimiento de que lo que escribían no servía para nada. Y esto, desgraciadamente fue así hasta bien entrado el siglo XIX. En el caso español los avances que se habían conseguido se vinieron abajo con la guerra y como no, con la dictadura franquista. Pese a esto, a lo largo del siglo XX fueron muchas las que consiguieron sacar su verso a luz y penetrar en la realidad literaria con pleno derecho.
"Es harto evidente que aún en el siglo XIX la mujer carecía de todo estímulo si quería ser artista. Al contrario, la desairaban, le pegaban, la sermoneaban y la exhortaban. (...)Es una verdadera lástima que la mujer que podía escribir así, cuya mente condecía con la naturaleza y la reflexión, haya sido forzada al enojo y la amargura. ¿Pero qué podía hacer?, me pregunto, imaginando los sarcasmos y la risa, la adulación de los parásitos y el escepticismo del poeta profesional. Encerrarse en el campo, en una pieza para escribir, y ser desgarrada por la amargura, y tal vez los escrúpulos, aunque su marido fuera de lo más bondadoso y perfecta su vida matrimonial". ("Un cuarto propio". Woolf, Virginia)
Muchas veces, cuando por ejemplo estudiaba generaciones como la del 27 siempre me preguntaba: "¿No había mujeres que escribiesen en esa época?". Claro que las había, prueba de ello es el talento desbordado que en las manos tenía Ernestina de Champourcín. ¿Pero alguien estudió en el colegio a Ernestina como parte del 27, tan siquiera como contemporánea?. Pero es que además, Ernestina no fue la única mujer del 27: Concha Méndez, Rosa Chacel, Josefina de la Torre o Cristina de Arteaga, fueron plumas elegidas, exquisitas y silenciadas por la historia, que ha estado siempre en manos masculinas.
A día de hoy, la mujer y el verso siguen teniendo algunas cuestiones pendientes, como esa peculiaridad de las antologías en las que, si aparecen, nunca están equiparadas en número a los poetas varones, o esas otras antologías que recogen únicamente verso de mujeres, como si el ser humano no fuese lo suficientemente grande como para crear de forma independiente a su sexo. Con esto no niego ciertas peculiaridades en la poesía escrita por mujeres, pero en cualquier caso no creo que esas diferencias resten o sumen, simplemente existen.
Con esta sección quiero homenajear a todas las mujeres que con su verso han hecho, y hacen, posible que la voz femenina cante al mundo, en el mundo y para el mundo. Intentaré intercalar poetas de diferentes épocas y lugares, contemporáneas y anteriores. No hay más, ellas tienen la palabra.
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