Te escapas,
dejando los jarrones
llenos de margaritas putrefactas.
Tu mundo es un balancín de color,
no entiendo ya sus ritmos
ni sus manchas.
No logro recordar el día
que empecé a no recordarte,
hasta que te comió a bocados el olvido.
Se me secó el verso,
se les ahogó el sabor
a las rutinas mutantes,
a fuerza de no ser,
de ser escupitajos,
telegramáticos pedazos
de nuestras distantes vidas.
Nos hemos dicho adiós sin despedida,
somos un sueño más
que se quedó dormido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario