Entre las manos pecosas
baila un longus,
benditos seres vivos
que aguardan paladares
tras los cristales
finos de una copa.
Sabio por viejo,
y por diablo,
sufridor,
pensador compulsivo,
adicto soñador,
encontrado y perdido.
Un lobo solitario
vendimiando placeres,
arruga calendarios,
y cata amaneceres,
un buzo en los diarios
desde que la memoria
era pequeña.
Canas en las pestañas
de los ojos de un niño,
que en aromas primeros
lejanas primaveras,
se revuelca y es tinto,
despierta y es ribera,
pero siempre
le embriaga un olor
a madera,
o a fruta
o a volcán
o aroma de centella
o a tierra de huracán.
2 comentarios:
Regreso del último cráter que atisbó a verte. Regreso después de bajar a las profundidades de un barranco y de subir al abismo. Porque no será lo mismo. Regreso sin un correo. Debe estar perdido. Como ese adicto soñador que fue encontrado. Sabio, viejo, diablo sufridor... Palabras que huelen a dolor. Ya nada será lo mismo
palabras ojos.
por un diminuto agujero
se asoman a alguien
intentar capturar un pedacito
de su alma en un puñado de letras.
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