jueves, 19 de junio de 2008

RITOS

El teléfono ha muerto.
Exiliado mi nombre
de tu agenda,
por las cafeterías
se pierde en servilletas,
que en los parques se arrastran
a ver si las encuentras.

El teléfono ha muerto.
El cable se ha enredado
en mis muñecas,
condenando mis días
a la agónica espera,
a la pausa infinita,
a la vigilia eterna.

El teléfono ha muerto,
enciéndanle una vela.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que las horas guarden la inspiración que llevas, que la luna guíe tus pasos hacia el lugar del que no has llegado, palabra a palabra, que tu voz apagada entre el papel y tu mano temblorosa, no se apague...
que a noche vele tus sueños y tus versos...

Lasinverso dijo...

Que así sea.